Searching...
sábado, 5 de julio de 2025

La deshumanización de la IA

Vivimos tiempos de un fervor desmedido por la inteligencia artificial. Sus promesas se gritan en todos los foros: automatización, eficiencia, velocidad. Pero, ¿a qué precio? Tras esa fachada de progreso y soluciones instantáneas se oculta un proceso silencioso de deshumanización que afecta, ante todo, a quienes sostienen en sus hombros la solidez de los proyectos: los ingenieros senior.

Las consultoras han encontrado en la IA un arma de doble filo. La utilizan para justificar la imposición de tiempos de entrega imposibles, argumentando que “la IA te lo hace todo”. Pero la realidad es muy distinta. La IA comete errores, su salida es aproximada, a veces incluso absurda o dañina. Es necesaria la revisión, la reflexión y el ajuste experto para transformar sus propuestas en soluciones reales. Sin embargo, las empresas ya no quieren oír hablar de reflexión ni de maduración conceptual. Quieren resultados en tres semanas. Sprint tras sprint. Ciclos sin pausa que convierten al ingeniero en un ratón atrapado en una rueda que no cesa de girar, mientras su cuerpo y su mente piden descanso y su dignidad clama por ser reconocida.

La IA, tal como se implementa hoy, no es una herramienta formativa para las nuevas generaciones. Los ingenieros junior, al estar aún en su etapa de aprendizaje, no siempre tienen la experiencia suficiente para evaluar la validez de lo que la IA propone. Requieren un proceso humano de enseñanza, razonamiento y error guiado que la IA no proporciona. Así, la carga se traslada inexorablemente a los seniors, que deben ejercer de revisores, arquitectos y escudos ante los fallos. Su jornada se convierte en una sucesión de soluciones superficiales que deben recomponer en silencio para salvar la entrega.

Mientras tanto, la creatividad se asfixia. Ya no hay espacio para pensar de forma original, para innovar o para debatir. La IA ofrece respuestas inmediatas que se convierten en la verdad sin discusión, aunque sean erróneas, aunque carezcan de contexto. El ingeniero pasa de ser un creador a un corrector, de un pensador a un ejecutor, de un arquitecto de soluciones a un editor de ocurrencias generadas por un algoritmo estadístico entrenado en datos mediocres.

Y así, el círculo vicioso se cierra: los seniors, agotados y desencantados, se irán. Se jubilarán. Buscarán otros caminos. Y los juniors, sin haber recibido la formación y la práctica necesarias para desarrollar su criterio y su pensamiento crítico, no podrán suplirlos. Nos quedaremos con respuestas automáticas y sin mentes capaces de cuestionarlas. La IA solo es útil en manos de expertos, pero si no cultivamos nuevos expertos, la utilidad misma de la IA quedará sepultada en un desierto de respuestas no comprendidas.

Estamos ante la era de la inmediatez, donde el progreso tecnológico corre más rápido que la ética, donde se exalta la máquina y se olvida al humano, donde se produce sin pensar y se decide sin razonar.

La deshumanización de la IA no radica en que sea fría o mecánica. Radica en que nos obliga a serlo a nosotros.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta página.

 
Back to top!